El fuego que vive en su calma
La seducción de una mujer no se limita a fórmulas exactas. Ni tampoco se puede encerrar en una lista de mandamientos eternos. No es solamente su cuerpo lo que atrae, ni ese vaivén sutil al caminar (aunque sí tiene su magia). Hay capas invisibles, gestos mínimos y un cóctel de señales que juntas generan ese hechizo que derrite miradas y detie